Jornadas de literatura boliviana. Centro Cultural y Pedagógico Simón I. Patiño (Cochabamba), junio de 2010

María Teresa Medeiros Universidad de Viena

06/09/2010

[…] Una de las contribuciones fundamentalers de la perspectiva genérica es el cuestionamiento de los espacios excluídos u olvidados de la Historia (con mayúscula) para engendrar un relato que abarque las voces silenciadas. Mi análisis se centra en la novela Al rumor de las cigüeñas, de Gabriela Ovando (Bolivia, 2003) en cuanto expande los límites del discurso de la identidad cultural rescatando espacios borrados del pasado histórico para proyectar una nueva mirada a la nación a fines del siglo XX. A través de su recreación ficticia, Gabriela Ovando esboza un nuevo mapa cultural de la nación con experiencias recuperadas del imaginario colectivo, como son la creatividad femenina y acontecimientos de la historia colonial.En un juego pendular entre pasado y presente, la narradora Mariana superpone escenas de los siglos XVI y XVII con los turbulentos sucesos de la política boliviana en los últimos años. La protagonista de Gabriela Ovando busca en el pasado las huellas que puedan explicar la violencia social y la realidad político-social presente. […]En los intersticios de la narración histórica, la autora interpone el relato de personajes femeninos transgresores de su entorno social. Leonor de Alfón es la autora del manuscrito original y esposa del fundador de la estirpe de Cáceres. Ya desde niña mostró su talento por inventar historias al punto de que sus maestro previenen a sus padres de los peligros de una imaginación que “podrían inducirla a la locura, o a pasiones extremas que la buena crianza impide siquiera imaginarlas” (15). Sus educadores se esfuerza por inculcarle la obligación de espantar a la primera insinuación a esa bruja insidiosa conocida como Imaginación, que posee la Razón y no hace más que incitar a la curiosidad y a los desvelos nocturnos, mientras fomenta otros sueños a plena luz del día (20). […]En la novela de Ovando lo personal se entrelaza con lo político:la empresa colonizadora con sus aspectos positivos de progreso, la construcción de ciudades, organización administrativa de la Corona y el espíritu renacentista representado por Nicolás, primer gobernador de las Indias en la Isla Española, contrastan con la codicia y violencia de otros peninsulares que ven América como tierra de explotación y enriquecimiento personal, como por ejemplo el comendador de Calatrava, Francisco de Bobadilla, conocido por sus habusos hacia los taínos y sus acusaciones contra Colón. […]Ya desde esta primera etapa histórica, la autora introduce historias breves de personajes femeninos que se entretejen con “hechos heroicos” de la vida política y religiosa [así] figuran Cristóbal y Diego Colón, Bartolomé de las Casa o el Padre Francisco de Vittoria con la polémica sobre la condición humana de los indios, dos mujeres taínas excepcionales inscriben su marca cultural en el relato. Benechena, la cocinera del gobernador Nicolás de Cáceres, y Flor de Oro, la reina de Jaragua y defensora de su pueblo que desafía a los nuevos amos al enterrar a su hermano con los rituales paganos. A modo de “Scherezadas” nativas, estas mujeres recrean la oralidad de sus pueblos ancestrales con historias extraordinarias de mundos poblados de seres mitológicos. El lirismo de la imaginación de Benechena se puede apreciar cuando le describe a Flor de Oro a Nicolás: Es misteriosa y de gran belleza…/Suele atravesar la floresta en na litera conducida por veinte vasallos, ataviada tan solo por sus brazaletes y por una diadema de flores rojas y blancas(76). […]La segunda parte de la novela, subtitulada “Por los caminos de Charcas”, transcurre un siglo más tarde, cuando el descendiente de la estirpe de Cáceres, Antonio de Alfón, es nombrado Oidor de la Real Audiencia de Charcas. Si Leonor de Alfón daba rienda suelta a su imaginación en la escritura, Inés de Alfón, la esposa del Oidor, registrará sus vivencias en imágenes visuales. El paisaje del “páramo andino” 9104) que la contemporánea Mariana contempla desde un Boeing 727 se contrapone a la impresión que tuvieron el Oido e Inés en su viaje por tierra de Lima a La Plata, absortos ante “la majestuosidad de las cumbes nevaas[..]bajo el sol que calcinaba la pajabrava y las piedras”. Con su sensibilidad artística, Inés registra “el contraste entre el azul cerúleo del cielo y el ocre calcinado de la tierra” (105) imágenes que le servirán de inspiración en sus próximas pinturas.[…]Mariana, la cronista contemporánea que rescata los manuscritos, es a su vez una aguda observadora de los acontecimientos políticos en Bolivia a fines del siglo XX y principios del XXI. En sus frecuentes viajes al país natal desde Miami, donde vive con su familia, registra las querellas en épocas de Banzer, del neoliberalismo y las luchas de los movimientos sociales que fueron ganando espacios en las esferas del poder. En discusiones entre personajes que representan diversos puntos de vista, el lector se entera de casos de corrupción, de la problemática de los cultvos de coca, de la guerra del agua en el 2000, las disputas con las transnacionales, los bloqueos de caminos y la paralización de la economía. “¿Sería posible que en la próxima visita el país ya no existiese?” (146)pregunta Mariana a sus hijos. […]”¿No es una lástima que la política se haya convertido en un simple negocio personal? […] Y ahora vemos, desmoralizados, que se rompió la continuidad de esas reformas y que los políticos que vinieron después sólo se dedicaron a criticar a sus antecesores, con muchísima envidia, y a exaltar lo malo y desvirtuar lo bueno”